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31 de julio de 2012

Los padres y los maestros: Sexto capítulo.

Los padres y los maestros es el sexto capítulo del libro La educación y el significado de la vida.

¿Qué debemos esperar de los padres? Para Krishnamurti, la mayoría de los padres no aman a sus hijos porque anteponen la "familia" o la "nación" a la humanidad. La familia "con sus tendencias segregacionistas, estimula el proceso general de aislamiento, convirtiéndose así en un factor destructivo de la sociedad." Sólo cuando hay amor, se puede derrumbar esos muros, la familia "deja de ser un círculo cerrado, no es ya una prisión ni un refugio", y entonces, los padres están "en comunión" con sus hijos y con el resto de la humanidad. Si aman a sus hijos, los padres no se identificarán con ningún país ni pertenecerán a ninguna religión organizada. No querrán que sus hijos alcancen el éxito porque el culto al éxito fomenta el conflicto. Amar a los hijos, significa "estar en completa comunión con ellos y tratar que reciban una educación que les ayuden a ser sensibles, inteligentes e íntegros". Muchos padres transfieren a los maestros la responsbilidad del bienestar y de la educación de sus hijos. La "verdadera educación"- tal como sugiere Krishnamurti- es una tarea compartida, entre padres y maestros, que exige paciencia, consideración y afecto.



¿Y, del maestro/s? El maestro debe conocerse a sí mismo y estar libre de patrones de pensamiento porque "según sea él, así será su enseñanza". El maestro/s es el principal problema. Ese problema podemos resumirlo en "educar al educador": "Si nosotros, que somos los educadores, no nos comprendemos a nosotros, si no comprendemos nuestras relaciones con el niño, sino que únicamente lo atestamos de información y lo preparamos para aprobar exámenes, ¿cómo podremos crear una clase de educación nueva? "Educar al educador" es ayudar al educador a que se comprenda a sí mismo. Es una tarea difícil porque la mayoría de los maestros "están cristalizados" dentro de un "sistema de pensamiento" o dentro de un "molde de acción".

El maestro debe ver las "cosas como son": "Debe estar constantemente alerta, intensamente alerta a sus propios pensamientos y sentimientos, debe darse cuenta de la manera en que él mismo está condicionado, de sus acciones y reacciones y, con ella, una transformación radical de su relación con las personas y con las cosas." Debe despertar la inteligencia del niño. Para ayudar al niño, el maestro debe demoler sus propios obstáculos mentales. Sólo si comprende, "los mecanismos y el proceso de su propio pensar y sentir podrá ayudar al niño a ser un individuo libre", el maestro prestará atención al niño y a sí mismo.

El maestro debe liberarse de cualquier sentimiento de dominio, coerción o autoridad. El dominio y la coerción son obstáculos para la libertad y la inteligencia. Cualquier forma de dominio o de coerción deben comprenderse y después desecharse y, esto no es posible, si el maestro no trabaja para liberarse de toda autoridad. El maestro no debe convertirse en autoridad ante sus alumnos. Debe ser consciente y estar siempre alerta, si quiere ayudar a sus alumnos a liberarse de la autoridad.

Los mejores maestros son los que están dispuestos a experimentar o a mostrar interés por aprender. Para el "verdadero maestro", la enseñanza es una forma de vida. Y, al menos, que uno no siente un gran deseo por enseñar, no debe enseñar. La enseñanza no puede ser un medio de vida sino una vocación. Dedicarse a la educación ha de ser "una acción completamente voluntaria" y debe estar libre de los temores inherentes al ansia de éxito y de logro social. La enseñanza no es la realización personal, sino la "abnegación del yo".

¿Por qué enseña un maestro? Hay diferentes motivos porqué un maestro enseña según Krishnamurti.
Uno enseña porque quiere que el niño sea rico interiormente. Sin esa riqueza interior, las cosas adquieren una gran importancia. Uno enseña para estimular al alumno a encontrar su vocación. Uno enseña para ayudar a los niños a conocerse a sí mismos.


28 de julio de 2012

La escuela: Quinto capítulo

La escuela es el quinto capítulo del libro La educación y el significado de la vida.

¿Cómo debe concebirse una escuela? Una "verdadera educación" no puede llevarse a cabo a través de una"educación en masa". La escuela debe ser de dimensiones reducidas para facilitar el "desarrollo de individuos inteligentes e íntegros". Existe, además, otra razón de peso, las pequeñas escuelas pueden atender a un número limitado de alumnos, permitiendo prestar plena atención a cada niño.

Como subscribe Krishnamurti, la educación no debe operar a gran escala. En las grandes instituciones, los maestros sólo se limitan a poner en práctica métodos educativos en vez de observar y comprender sus relaciones con cada uno de sus alumnos, alentando así, la acumulación de conocimientos y el desarrollo de un pensamiento mecánico, de acuerdo a un patrón determinado. Estas instituciones no contribuyen para nada al despertar de la inteligencia. Los educadores, que se dan cuentan de esto, deben unirse y fundar escuelas que tengan "un significado esencial en la vida del niño" y que "le ayude a ser un individuo inteligente e integrado".

Las instituciones educativas deben valorar el niño por encima del prestigio de la institución. El "verdadero educador" se interesa por el niño/s. Es capaz de crear un escuela llena de vida. Una escuela así es, en palabras de Krishnamurti, "profundamente revolucionaria". Esa "verdadera revolución" surge del desarrollo de la inteligencia y del proceso de integración, creando así cambios radicales.


¿Qué personas deben estar a cargo de la escuela? Para Krishnamurti, el maestro/s que está al frente de escuelas "profundamente revolucionarias" debiera ser, a su modo de ver:
Primeramente, el maestro/s tiene que estar seguro de su propia vocación. Sólo si existe esa vocación puede existir un interés común entre los educadores. En segundo lugar, el "verdadero educador" es rico interiormente, y por tanto, no pide nada para él. No es ambicioso ni busca poder. No utiliza su profesión como medio para conseguir posición o autoridad. En tercer lugar, está profundamente interesado en la inteligencia del niño y en los procesos de integración y no en impartir y transmitir conocimientos a los niños. El maestro es alguien que "señala el camino hacia la sabiduría y la verdad". El "verdadero maestro" es a su vez alumno y maestro. En cuarto lugar, los maestros deben ser dinámicos, entregados a su profesión. Los maestros no deben estar sometidos al dominio del director sino que cada maestro debe sentirse responsable de todo.Si "uno se dedica con todo su ser a educar de verdad" no necesita estímulo, dirección ni control por parte de ninguna autoridad externa. Y, en quinto lugar, debe favorecerse la cooperación entre los maestros. Es esencial que prevalezca el sentido de igualdad porque sólo puede haber cooperación allí donde no existe ningún sentimiento de superioridad y/o inferioridad.

Por último, ¿Cómo debe concebirse la educación? La educación debe ayudar en la comprensión del significado profundo de la vida. Sin esa comprensión no puede existir, en palabras de Krishnamurti, una "verdadera educación". La educación tiene que tener como prioridad el conocimiento de uno mismo y el desarrollo de la inteligencia. La inteligencia y el espíritu de libertad deben permear la escuela entera. La educación debe ayudar al niño a descubrir su vocación. Es importante que averigue lo que quiere hacer y "que luego vea si vale la pena hacerlo".

22 de julio de 2012

Intecto, autoridad e inteligencia: tercer capítulo

Intelecto, autoridad e inteligencia es el tercer capítulo del libro La educación y el significado de la vida.

La "verdadera educación" debe despertar la inteligencia. Al despertar esa inteligencia creativa puede florecer y podemos ahondar en una revolución interna que cree un ambiente distinto. Para ello, debemos comprendernos a nosotros mismos, debemos darnos cuenta de cómo son nuestras relaciones. Para que, se produzca una verdadera revolución en nuestras relaciones con los otros debe haber un cambio esencial en nuestros valores y en nuestra visión de la vida. Sin conocernos a nosotros mismos, no resolveremos nuestros problemas y nuestros numerosos conflictos. A la par de esta revolución, debemos darnos cuenta que estamos condicionados por el ambiente y al mismo tiempo que nosotros somos ese ambiente y no algo separado de él. Sucede que no solemos ver que somos el "ambiente total" porque establecemos una división entre el yo y el ambiente, originando el principio del conflicto. Sólo podemos superar esta contradicción y trascender el yo a través de la meditación.

El  miedo tiene múltiples causas. Hemos de buscar y comprender esas causas a través de un darse cuenta en el que no intervenga ningún juicio. Es fácil entender y resolver nuestros temores concientes. Sin embargo, nuestros temores inconcientes no les permitimos que emerjan a la superficie. La mente conciente debe permanecer en calma, para que nuestros temores inconcientes se disuelvan, a medida que afloren a la superficie, la mente no debe intervenir en ese proceso y sólo debe observar.

Una de las consecuencias del miedo es la aceptación de la autoridad. ¿Qué implica esa aceptación? Esta aceptación supone la dominación del individuo o la subyugación a un individuo, a un grupo o a una ideología. Este sometimiento a la autoridad es la negación de la inteligencia y de la libertad. La libertad debe ser el principio y el fin último. Si el fin es la libertad, "el principio debe ser libre puesto que el fin y el principio son uno". Cuando hay libertad, desde un principio, pueden existir la inteligencia y el conocimiento de uno mismo. Si aceptamos la autoridad, no puede haber libertad. Para comprender el proceso de la autoridad debemos darnos cuenta de sus limitaciones y percibirlo de forma directa. 

La educación ha desarrollado el intelecto en detrimento de la inteligencia. Al optar, por el desarrollo del intelecto, no podemos comprender la vida porque el corazón y la mente no están integrados en la acción. Hay una diferencia entre intelecto e inteligencia. El intelecto hace referencia al pensamiento mientras que la inteligencia es la capacidad de sentir y razonar conjuntamente. Hemos separado el intelecto del sentimiento y hemos desarrollado el intelecto a expensas del sentimiento. La inteligencia es la única capaz de integrar la razón y el amor. La educación debe cultivar la inteligencia para vivir integramente y en plenitud porque, de lo contrario, este vivir en el intelecto es el camino hacia la desintegración.


17 de julio de 2012

La educación y el significado de la vida: Primer capítulo

La educación y el significado de la vida es el primer capítulo del libro del mismo nombre. 

¿Cuál es el propósito de la educación? y ¿Cuál es el significado de la vida? Jiddu Krishnamurti plantea, indaga y resuelve estas dos cuestiones en el primer capítulo del libro.

Para Krishnamurti, la educación produce un tipo de ser humano cuyo objetivo es encontrar estabilidad, buscar seguridad y tener éxito en la vida, impidiendo la comprensión de su propia vida en su totalidad e integridad. La educación, que hemos recibido, hace que nos de miedo ser diferentes a los demás o pensar distinto a lo establecido. Así, no existe en nosotros un verdadero espíritu de inconformidad, de profunda rebeldía psicológica. ¿En qué consiste esa rebeldía? Existe una rebeldía que no es el resultado de ninguna reacción sino que surge del conocimiento propio, es decir, del darnos cuenta de nuestros propios pensamientos y sentimientos. Ese darse cuenta puede conducir a una profunda rebeldía psicológica, despertando nuestra inteligencia y manteniéndola viva.

El significado de la vida- y su profundidad- viene condicionado por la educación recibida: "Si se nos educa simplemente para lograr honores, alcanzar una buena posición, o ser más eficientes, o para poder tener mayor dominio sobre los demás, entonces nuestras vidas estarán vacías y carecerán de profundidad" y continúa afirmando "Aunque la vida tiene un significado mucho más inmenso y sublime, ¿de qué nos sirve la educación si nunca llegamos a descubrirlo? Puede que seamos muy instruidos, pero si nuestro pensamiento y sentimiento no están intimamente integrados, nuestras vidas resultan incompletas, contradictorias y atormentadas por incontables temores;" La educación debe cultivar una visión integral de la vida porque sino carece de significado y tiene poco valor. Hemos compartimentado la vida de tal manera que la educación ha perdido todo su sentido, excepto para aprender una profesión. En vez, de despertar la inteligencia del niño, la educación lo anima a ajustarse a un molde o a un patrón determinado, impidiéndole que se comprenda a sí mismo. Como dice Jiddu Krishnamurti: "La educación y el entorno nos han adiestrado a todos para que nuestras metas sean la ganancia personal y la seguridad, y para que luchemos en beneficio propio. Por mucho que lo disimulemos con eufemismos, se nos ha educado para que desempeñemos una diversidad de profesiones encuadradas en el marco de un sistema cuyas bases son la explotación, la ambición y el miedo que esta genera".

La educación no debe "adiestrar" la mente del niño porque el adiestramiento puede hacernos más eficientes, y por tanto, más eficaces, pero nunca seres íntegros y completos. La "verdadera educación" para Krishnamurti debe examinar y comprender el significado de la vida en su totalidad. Comprender la vida es comprenderse a sí mismo y es a su vez "el principio y el fin de la educación". La educación tiene como prioridad ayudar a descubrir el significado de la vida como un todo, creando seres humanos completos, integrados e inteligentes. La inteligencia entendida como la capacidad para percibir lo esencial "lo que es" y el despertar de la inteligencia es el fin último de la educación. La educación debería ayudarnos a descubrir los "valores permanentes" de la vida. Debería alentar al niño a descubrir los "verdaderos valores" que surgen de la investigación y del darse cuenta de uno mismo.

Por último, Jiddu Krishnamurti apunta una gran verdad: los sistemas educativos no cambian por causalidad sino que se transforman cuando en nosotros se produce un cambio fundamental: "Lo primordialmente importante es el individuo, no el sistema; y mientras el individuo no comprenda el proceso total de su propia existencia, no hay sistema, ni de derechas ni de izquierdas, que pueda traer orden y paz al mundo."